Retos

Competitividad industrial, neutralidad climática y autonomía estratégica: la gran oportunidad

Los últimos años no han sido fáciles para la industria. La disrupción de las cadenas de suministro durante la pandemia y las constantes fluctuaciones de los precios de la energía han puesto a prueba nuestra capacidad para generar soluciones que, aunque probablemente fortalecerán nuestra resiliencia ante las dificultades, continúan poniendo a la industria europea en una desventaja competitiva.

A este complejo panorama se suma la imperiosa necesidad de responder decisivamente al reto mayúsculo del cambio climático y el compromiso de la Unión Europea – y de España – de alcanzar la neutralidad de carbono en 2050. Reducir nuestras emisiones hasta llegar al cero neto en menos de 30 años requiere una transformación profunda de los patrones de producción y consumo, cuya materialización obliga a la colaboración y el trabajo coordinado entre el Gobierno, la sociedad y la industria.

En este marco y con el tiempo en contra, España enfrenta un reto doble: reducir sus emisiones protegiendo, al mismo tiempo, la competitividad de su tejido industrial; a fin de garantizar la prosperidad presente y futura de la sociedad, y contribuir a la autonomía estratégica de la Unión Europea.

¿Es posible transformar estos desafíos en una oportunidad? En Dow estamos convencidos de que España puede cumplir con sus metas climáticas y garantizar la competitividad de su tejido industrial, si apuesta por la disminución de la huella de carbono en las industrias de difícil reducción como es la de los materiales, en la que se ubica el sector químico.

En términos de disminución de emisiones, la industria química tiene un potencial clave para garantizar la reducción de la huella de carbono de otros sectores industriales. Esto es resultado de dos cosas: primero, del lugar privilegiado que ocupa dentro de la cadena de valor, pues el 96% de las actividades productivas requiere de la química en algún punto de su proceso de fabricación. Segundo, de la contribución que las emisiones de la química suponen para las emisiones totales de los productos finales, que puede representar entre 70% y 90% en industrias clave para la transición a la neutralidad climática, como la construcción o la automoción.

En el corazón del clúster petroquímico de Tarragona, el más importante del sur de Europa y un activo estratégico – tanto a nivel autonómico como nacional – por sus características de integración y ubicación geográfica, se ubican dos de los tres crackers que tiene España. Uno de éstos es propiedad de Dow y forma parte del grupo de cinco que la compañía opera dentro de la Unión Europea.

A nosotros nos gusta pensar en el cracker como un tesoro, pues junto con la industria del cloro, los crackers de etileno y propileno son el punto de partida de la química moderna, al suministrar las materias primas necesarias para la cadena productiva de múltiples sectores industriales.

El cracker de Dow en Tarragona emite anualmente alrededor de un millón de toneladas de dióxido de carbono (CO2), lo que equivale a una quinta parte de lo que emite el clúster petroquímico completo. Para alcanzar la neutralidad climática en 2050, hemos diseñado una Hoja de Ruta que, a lo largo de tres etapas distintas, emplea una variedad de palancas de reducción de emisiones. Por las características de nuestro proceso, cualquier iniciativa en materia de electrificación o mejora de la eficiencia energética únicamente puede llevarnos a una disminución máxima del 20%.

La reducción más significativa sólo podrá suceder si España reconoce el papel que la reutilización de gases de proceso – en nuestro caso, el hidrógeno circular – y la captura y el almacenamiento de carbono pueden jugar en la transición industrial. De habilitarse estas palancas, el decrecimiento de las emisiones del cracker podría incrementarse hasta el 80%.

Actualmente, en España no existe un apoyo normativo ni financiero suficiente para implementar la estrategia de reducción de emisiones del cracker. La Comisión Europea ha designado a la captura y el almacenamiento de carbono como tecnología estratégica dentro de la recientemente publicada Ley de Industria Cero Neta. En este documento, la Comisión no sólo sugiere que la manufactura de este tipo de tecnologías debe beneficiarse de esquemas de concesión de permisos más eficientes y obtener el reconocimiento nacional más alto por su papel en la descarbonización, sino que propone que se fije el objetivo puntual de alcanzar 50 millones de toneladas de capacidad de almacenamiento anual de CO2 para 2030.

España puede y debe convertir el reto de la neutralidad climática y la autonomía estratégica en una oportunidad. Así lo concebimos desde Dow, y ponemos toda nuestra voluntad porque así sea, trabajando día a día con el compromiso de todos nuestros empleados. Porque nosotros creemos que solo habrá industria si esta es sostenible y segura. Y para ser sostenibles y avanzar en nuestra Hoja de Ruta necesitamos el apoyo normativo y financiero a distintas tecnologías puente como la captura y el almacenamiento de CO2. Trabajar estos retos sobre la base de la colaboración público-privada es lo que nos permitirá alcanzar los objetivos climáticos de España y de la Unión Europea, preservando al mismo tiempo la competitividad de nuestra economía y reforzando la autonomía estratégica.

plant workers looking at a piece of equipment