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Circularidad y Descarbonización: los retos europeos para el impulso de una industria sostenible y resiliente

Nuestro mundo vive las realidades del cambio climático de forma cada vez más recurrente. Un ejemplo de ello son las lluvias interminables unas veces y los meses continuos de sequía otras, como bien hemos vivido en Cataluña. Se trata de hechos con los que nuestra sociedad está aprendiendo a vivir. Para enfrentarlos, todos los actores de la sociedad, incluso grandes compañías como la nuestra, tienen que actuar lo más rápido posible para alcanzar de forma eficiente la neutralidad en carbono.

En este sentido Dow, con su hoja de ruta multigeneracional, se compromete a alcanzar las cero emisiones para 2050. Parece un horizonte muy lejano, pero supone una transformación tan profunda que debemos ponernos en marcha de inmediato, para poder llegar a tiempo. La industria química es un actor clave para la transición energética y climática, y tiene un papel fundamental para el desarrollo de las tecnologías e innovaciones de transición social. Alcanzar la neutralidad climática en nuestra industria supone una reducción de alrededor de 1 millón de toneladas de CO2 al año.

Como parte de la primera fase de nuestro plan, hemos invertido 100 millones de euros para llevar a cabo una fase preliminar de reducción de emisiones, movilizando a más de 160 empresas de servicios y tecnologías innovadoras para conseguir una reducción de emisiones del 7%, equivalente a 70.000 toneladas de CO2. Nuestros equipos están trabajando para ir más allá y conseguir la reducción máxima de emisiones que se puede alcanzar en esta primera fase en nuestras instalaciones a través de la implementación de soluciones de eficiencia energética, de electrificación de motores y turbinas y del uso de electricidad renovable para nuestras plantas de producción de derivados. La segunda fase prevé el uso de tecnologías puente, como el hidrógeno bajo en carbono como fuente de energía, y la captura y el almacenamiento de CO2 (CCS). Finalmente, queremos apostar por tecnologías ganadoras que hoy en día no existen a escala industrial, como por ejemplo la electrificación de hornos de crackeo (conocidos como ecrackering) y la transformación del carbono en olefinas a través del uso de carbono capturado (CCU). Además, otra de nuestra prioridad es el uso de tecnologías de circularidad como, por ejemplo, el reciclaje químico o el uso de materia prima bio, para conseguir materias primas de origen no fósiles.

Llevar a cabo esta transformación tiene un coste importante y requiere la movilización de capital para poder cumplir con los ciclos largos de inversión que supone para nuestra industria. Aunque el sector químico en España ha demostrado una cierta resistencia a los choques de los últimos años, de forma general, la industria básica de Europa se enfrenta a retos históricos: la demanda disminuye, las inversiones en el continente se estancan, la producción ha caído significativamente y los emplazamientos se ven afectados. Estamos en un momento crítico, tanto a nivel económico como climático, por lo que necesitamos aunar fuerzas e impulsar alianzas estratégicas que nos ayuden a transformar nuestras empresas.

En este sentido, con el objetivo de preservar la competitividad de la industria, representantes de más de 20 sectores industriales presentaron dentro de la “Declaración Amberes para un Acuerdo Industrial Europeo” el compromiso con la transformación de Europa. La Declaración señala 10 medidas concretas, entre ellas: la integración del Pacto Industrial de la UE en la Agenda Estratégica Europea, la racionalización de la legislación y la simplificación del marco de ayudas estatales.

Asimismo, hace un llamamiento para desarrollar una estrategia de Carbono Circular. Europa quiere convertirse en un líder mundial en suministro de productos bajos en carbono, circulares y a un precio asequible para los consumidores. Sin embargo, se necesita un enfoque a escala de la Unión Europea para establecer un mercado único europeo, tanto para tener una gestión industrial del carbono eficiente, como para cumplir con el objetivo de cero emisiones netas para 2050.

Según la propia Unión Europea, para alcanzar la neutralidad climática, la UE deberá estar preparada para capturar al menos 50 millones de toneladas de CO2 al año para 2030, y hasta 450 millones de toneladas para 2050.

Se trata de un objetivo ambiental que tendrá efectos transversales en otras industrias, por ejemplo, la siderúrgica. El resto de las empresas del sector se enfrentan a desafíos similares en la reducción de CO2. Esto ejemplifica la importancia de contar con colaboración intersectorial y de financiar proyectos que nos ayuden a sumar esfuerzos, como el Valle de Hidrógeno y el Centro de Descarbonización.
En Dow estamos convencidos de que, estableciendo un marco legislativo favorable para desarrollar estas tecnologías puente y estableciendo una regulación más específica para la mejora de las políticas de circularidad de las empresas, acompañado de un sólido programa financiero y de ayudas públicas que permitan esta transición, el Gobierno podrá cumplir con sus metas climáticas y garantizar la competitividad de su tejido industrial, contribuyendo además a la necesaria autonomía estratégica del país y de Europa.

Para esto es necesario establecer un apoyo normativo y financiero suficiente para desarrollar la tecnología de hidrógeno bajo en carbono, actualizando “La Hoja de Ruta del Hidrógeno”, que apuesta únicamente por el hidrógeno renovable. Esto también debe quedar reflejado en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, para incorporar la captura y el almacenamiento de carbono como un factor clave esencial para la reducción de emisiones, así como en la flexibilización de los criterios de acceso a los fondos públicos europeos y la adaptación de los fondos disponibles a nivel del país para alinearse con las necesidades de los proyectos de transformación.