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Entrevista a Ricard Massot, Director de la Unidad de Hidrocarburos de Dow en Tarragona

Quien tiene un Cracker, tiene un tesoro. ¿Por qué?

Cuando de pequeños nos preguntábamos eso de “¿de dónde vienen las cosas?”, seguramente a casi nadie le respondían: de un cracker. Pero según te haces mayor, según investigas y vas dando respuesta a esa pregunta tan genérica, te das cuenta de una realidad de la que poco se habla: la química es la base de casi toda nuestra sociedad. Y el cracker es de esas maravillas que están en el origen de casi todo. Nuestros coches o aviones, camas, móviles, envases, placas solares y un sinfín de etcéteras, todo ello se fabrica con materiales que se producen en un cracker. Por eso tener un Cracker es tener un tesoro.

No hay muchos en el mundo. En España solo hay tres (dos de ellos en Tarragona) y uno de ellos lo tenemos nosotros, Dow. Debemos de protegerlo y darle el valor que se merece.

Una de las características que ‘chocan’ más del Cracker es la existencia de una ‘zona caliente’ y una ‘zona fría’, con un altísimo contraste de temperatura. ¿Por qué el proceso del cracking necesita estas dos zonas diferenciadas?

El Cracker es una planta química muy grande. Y tiene dos zonas porque el proceso en sí tiene dos etapas. Una etapa de pirólisis, que sería la zona donde se trabaja a altas temperaturas, alrededor de 800 o 900 °C. Aquí se procesa la materia prima que principalmente son derivados del petróleo (como la nafta, el propano o butano), pero también pueden ser productos que vengan del reciclado químico (como la bio-nafta), y se calientan a muy alta temperatura para transformarlos en una mezcla de diferentes productos que entran en la segunda etapa, donde se trabaja a más presión y a bajas temperaturas. Por esto se llama zona fría, porque llega incluso a los menos 150 °C. A través de diferentes puntos de ebullición, se van separando las moléculas de los diferentes productos para conseguir altas purezas, siendo los dos principales el etileno y el propileno.

Dow siempre pone mucho énfasis en operar las plantas de forma “fiable y segura”. ¿En el caso concreto del cracker, qué supone este compromiso?

La seguridad de las personas y de los procesos es siempre nuestra principal prioridad, y está contemplada en todos nuestros procesos de trabajo. Es una forma de trabajar que se traduce en una cultura de seguridad y que es la base de cada una de nuestras decisiones. Y en cuanto a fiabilidad, hay que aclarar que un Cracker es una planta que necesita estar en continuo funcionamiento. Hace sus paradas programadas para hacer labores de mantenimiento, pero entre una parada y otra pasan años. Para nosotros “fiabilidad” es trabajar de forma preventiva y predictiva para garantizar que el Cracker esté siempre en funcionamiento de forma segura y evitar paradas no programadas.

¿Cuánta gente trabaja a diario en el Cracker?

El Cracker es una infraestructura crítica que no para nunca. Es decir, necesita de personas que lo operen 24 horas al día, los 7 días de la semana. En total, entre empleados de Dow y trabajadores de empresas de servicios, a la planta del Cracker y Octeno, un día laborable, entran unas 400 personas al día.

Una visita al cuadro de control del Cracker abruma por la cantidad de inputs, pantallas y señales que se monitorizan constantemente...

El cuadro de control del Cracker es una parte fundamental ya que en él se controla todo el proceso. O, dicho de otro modo, el cuadro de control es el cerebro del Cracker.

En él se reciben y se envían unas 20.000 señales en continuo, que, como ejemplo, pueden ser datos de temperaturas, presiones, niveles, posiciones de válvulas, equipos que arrancan, lecturas de vibraciones, composición del proceso etc. Desde el cuadro de control se gestiona todo el proceso de forma automática, siguiendo nuestros estándares de seguridad y asegurando que, en caso de desviaciones, se tomen las acciones automáticas más seguras y fiables.

Es oportuno hacer constar que siempre hay personas atendiendo el cuadro de control y la planta, incluidas las noches y los fines de semana. Se trata de operadoras y operadores, profesionales entrenados y capacitados para seguir los procesos y tomar acción en caso de ser necesario. 

¿Por qué se dice que un Cracker ayuda a la autonomía estratégica de un país?

La química es esencial, no solo para el PIB industrial, sino para el nacional en general. Y cuando tú tienes un sector esencial y estratégico, quieres tenerlo cerca, bajo tu control. Nadie entendería que nos lleváramos todo el sector primario a otros países, ¿verdad? Pues con la química pasa lo mismo.

Los productos que nos rodean se hacen con materias primas y esas materias primas vienen en gran parte del sector químico que, a su vez, tiene su origen en el Cracker. Es decir, el Cracker es uno de los primeros pasos para producir muchos de los productos que tenemos a nuestro alrededor. Si queremos mantener una industria química fuerte debemos asegurarnos de proteger esta planta química tan crítica. Porque la alternativa es depender de otros países y eso nos haría débiles y volátiles, sobre todo teniendo en cuenta el contexto geopolítico tan complicado que tenemos ahora mismo. ¿Quieres tener el destino de tu industria en tus manos y no depender de otros? Mantén el tesoro en casa.

Junto al Cracker se halla ubicada la planta de Octeno. ¿Podrías explicarnos qué hace?

Es una planta única en Dow en el mundo que produce Octeno. No hay más. La planta recibe materias primas del cracker y lo convierte en octeno que, se utiliza para producir plásticos de especialidad, justo lo que hacemos en el Polígono Sur de Tarragona con las plantas de polietileno. Es decir, la planta de Octeno es un ejemplo de integración e innovación; y es puntera en su sector.